Diálogos Territorio, Ciudad y Salud

La planificación urbana tiene la capacidad de posibilitar entornos propicios para que sean saludables o, por el contrario, imposibilitarlos y favorecer estilos de vida poco saludables y generar una alta exposición a factores perjudiciales para la salud. Es imprescindible, por tanto, planificar ciudades que permitan reducir los riesgos del cambio climático y hacerlas resistentes a los mismos, diseñar paisajes que expandan los espacios verdes en las áreas urbanas y fomentar áreas urbanas libres de contaminación, tráfico y ruido, que son importantes para la actividad física, el alivio del estrés y la salud física y mental. Aspectos relacionados con la movilidad, la proximidad a los servicios y la forma de trabajar y vivir, han vuelto a poner de manifiesto la necesidad de impulsar los beneficios de la “ciudad de proximidad”, lo que ahora se conoce como la “ciudad de los 15 minutos” y que, en definitiva, no es más que la ciudad intermedia del urbanismo tradicional español.

Como recoge la Agenda Urbana Española, el diseño de nuestras áreas urbanas debe perseguir  estructuras compactas y polifuncionales que propicien los procesos de reciclaje de los tejidos urbanos ya existentes, la recuperación de suelos en desuso ubicados en el interior de los ámbitos urbanos y la redensificación de los suelos urbanizables dispersos y para ello, es fundamental, la planificación mediante actuaciones precisas y certeras sobre las debilidades detectadas tras un estudio profundo de nuestras ciudades y de su contexto político, social y económico.

Determinantes de la salud como las condiciones sociales y económicas, la educación, la vivienda, los servicios o los valores sociales explican el porqué de la relevancia de las áreas urbanas para la ciudadanía que las habita. Una ciudad sin el entorno y las infraestructuras adecuadas como aceras anchas y en buen estado, carriles bici, transporte público asequible y adecuado, arquitectura de calidad, espacios libres accesibles y seguros, etc., favorecerá el uso más intensivo del vehículo, aumentará el sedentarismo y también los problemas físicos y las enfermedades.

De acuerdo al Informe Ciudades y Pandemias, elaborado por ONU-Habitat (el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos), la accesibilidad tiene grandes implicaciones en la salud. Un diseño urbano que no cuenta con adecuadas áreas de esparcimiento o recreación y donde no hay áreas de uso mixto -por lo que la accesibilidad a los servicios básicos queda condicionada al uso del automóvil-, restringe la cantidad de actividad física que las personas realizan de manera rutinaria a diario, lo cual podría tener un efecto perjudicial sobre la salud física, especialmente en lo relacionado a problemas de hipertensión y cardíacos. Por otro lado, las dificultades respiratorias podrían ser el resultado de la contaminación del aire como consecuencia del aumento del transporte motorizado. Esto es particularmente relevante para la pandemia actual, ya que tanto la hipertensión como las enfermedades respiratorias pueden aumentar el riesgo de que las personas reaccionen gravemente a la COVID-19 o tengan dificultades para recuperarse.

Un factor central en la mayor prevalencia de infecciones y muertes por COVID-19 entre las poblaciones más vulnerables ha sido y es que muchas ya padecían afecciones preexistentes que las exponían a un mayor riesgo. Las personas que viven en barrios vulnerables suelen padecer niveles más elevados de enfermedad y afecciones crónicas que pueden exacerbar enfermedades respiratorias como la COVID-19. Este telón de fondo de mala salud está determinado, al menos en parte, por la calidad del entorno urbano. Junto con instalaciones inadecuadas o insuficientes, problemas como la contaminación del aire, el agua y el suelo, la falta de acceso a alimentos frescos y espacio para la actividad física, la recreación y el esparcimiento, los barrios y los hogares en los que se concentra la población más pobre son mucho más vulnerables ante situaciones de riesgo.

Estas deficiencias deberán abordarse para lograr una solución duradera no solo al problema de salud actual, sino también para estar prevenidos ante otras posibles crisis en el futuro. Es importante tener en cuenta que, a medida que la COVID-19 continúa ejerciendo presión sobre la prestación de servicios ya sobrecargada, el coste de salud pública de la pandemia podría multiplicarse. Esto se evidencia en los resultados de pandemias anteriores. Durante el brote de ébola en África Occidental en 2014, más personas murieron por la interrupción de los servicios sociales y el colapso económico que por el virus en sí.

Más que en ningún otro lugar, la pandemia ha evidenciado en las ciudades las profundas desigualdades que imperan en el mundo de hoy. Sin embargo, es precisamente en ellas donde se observa más solidaridad y mayor capacidad de resiliencia.

Una planificación inadecuada y un mal diseño de las ciudades influyen en gran medida en la forma en la que las personas se relacionan con el resto de la comunidad aumentando el aislamiento social o provocando otros problemas de salud, tanto física como mental.

METODOLOGÍA

El diálogo se centrará en el papel central de la salud en el diseño, la planificación y la gestión de las ciudades y los territorios, incluyendo los avances metodológicos que se han puesto en práctica y cómo la forma y las características físicas del entorno urbano condicionan directa e indirectamente la salud de la población.

PREGUNTAS GUÍA

  • El moderador/a se centrará en las preguntas específicas que se detallan a continuación:
  • ¿Cuáles son las claves para conseguir ciudades más saludables y que favorezcan el envejecimiento activo?
  • ¿Cómo impacta la calidad de la arquitectura y del entorno urbano en nuestra salud?
  • ¿Cuáles son los indicadores más adecuados para evaluar el perfil de salud de una ciudad?
  • ¿Podrían describir alguna experiencia de éxito para resolver el problema de la asistencia sanitaria en zonas rurales?